Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de América y Filipinas


Libro de Isaías 7,10-14.
Una vez más, el Señor habló a Ajaz en estos términos:
«Pide para ti un signo de parte del Señor, en lo profundo del Abismo, o arriba, en las alturas».
Pero Ajaz respondió: «No lo pediré ni tentaré al Señor.»
Isaías dijo: «Escuchen, entonces, casa de David: ¿Acaso no les basta cansar a los hombres, que cansan también a mi Dios?.
Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emmanuel.


Salmo 67(66),2-3.5.7-8.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
haga brillar su rostro sobre nosotros,
para que en la tierra se reconozca su dominio,
y su victoria entre las naciones.

Que canten de alegría las naciones,
porque gobiernas a los pueblos con justicia
y guías a las naciones de la tierra.
La tierra ha dado su fruto:

el Señor, nuestro Dios, nos bendice.
Que Dios nos bendiga,
y lo teman todos los confines de la tierra.



Apocalipsis 11,19a.12,1-6a.10ab.
En ese momento se abrió el Templo de Dios que está en el cielo y quedó a la vista el Arca de su Alianza, y hubo rayos, voces, truenos y un temblor de tierra, y cayó una fuerte granizada.
Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.
Estaba embarazada y gritaba de dolor porque iba a dar a luz.
Y apareció en el cielo otro signo: un enorme Dragón rojo como el fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y en cada cabeza tenía una diadema.
Su cola arrastraba una tercera parte de las estrellas del cielo, y las precipitó sobre la tierra. El Dragón se puso delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto naciera.
La Mujer tuvo un hijo varón que debía regir a todas las naciones con un cetro de hierro. Pero el hijo fue elevado hasta Dios y hasta su trono,
y la Mujer huyó al desierto, donde Dios le había preparado un refugio para que allí fuera alimentada durante mil doscientos sesenta días.
Y escuché una voz potente que resonó en el cielo: "Ya llegó la salvación, el poder y el Reino de nuestro Dios y la soberanía de su Mesías, porque ha sido precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que día y noche los acusaba delante de nuestro Dios.

Evangelio según San Lucas 1,39-48.
María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.
Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo,
exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?
Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.
Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor".
María dijo entonces: "Mi alma canta la grandeza del Señor,
y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
porque él miró con bondad la pequeñez de tu servidora.
En adelante todas las generaciones me llamarán feliz".


Comentario del Evangelio:

“¡Quisiera cantar, María, por qué te amo!”
Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897), carmelita descalza, doctora de la Iglesia
1. ¡Quisiera cantar, María, por qué te amo!
Por qué tu nombre tan tierno hace estremecer mi corazón
Y por qué el pensamiento de tu suprema grandeza
No podría inspirar temor en mi alma.
Si te contemplara en tu sublime gloria
Y sobrepasando el resplandor de los bienaventurados
Que soy tu hija no lo podría creer
¡Oh María, ante ti bajaría los ojos!...

2. Es necesario que un niño ame a su madre
Que ella llore con él, comparta sus dolores
Oh mi querida Madre, en la orilla extranjera
Para atraerme hacia ti, ¡cuántas lágrimas derramas!....
Meditando tu vida en el santo Evangelio
Me atrevo a mirarte y acercarme a ti
Creerme tu hijo no es difícil para mí
Porque te veo mortal y sufriendo como yo... (…)

21. Oh Virgen Inmaculada, la más tierna entre las madres
Escuchando a Jesús no te entristeces
Sino que te alegras que nos haga comprender
Que nuestra alma se convierta en su familia aquí abajo
Te alegras que nos dé su vida,
¡Los infinitos tesoros de su divinidad!...
Como no amarte, oh mi Madre querida
Viendo tanto amor y tanta humildad.

22. Nos amas, María, como nos ama Jesús
Y consientes por nosotros de alejarte de Él.
Amar es darlo todo y darse sí mismo
Querías probarlo permaneciendo apoyo nuestro.
El Salvador conoció tu inmensa ternura
Conoció los secretos de tu corazón maternal,
Refugio de pecadores, a ti nos deja
Cuando deja la Cruz para esperarnos en el Cielo. (…)

24. La casa de San Juan se convierte en tu único asilo
El hijo de Zebedeo reemplaza a Jesús.....
Es el último detalle que da el Evangelio
De la Reina del Cielo ya no habla más.
Pero su profundo silencio, oh mi querida Madre
¿No revela así que el Verbo eterno
Quiere cantar Él mismo los secretos de tu vida
Para cautivar a tus hijos, los Elegidos del Cielo?     

Lecturas y comentario tomados del evangeliodeldia.org